Quizás no somos consciente de nuestro compromiso de Bautismo. Posiblemente, nuestro recorrido no haya sido el correcto o, al menos, el ideal. Nos han bautizado cuando niño como consecuencia de una tradición cristiana más que como causa de una fe vivida y practicada. Eso ha originado que nuestra fe se haya quedado en los pañales de nuestra primera comunión y que apenas conozcamos la Palabra.
La pregunta nace por sí misma, ¿cómo sin conocerla vamos a transmitirla? Así, de padres a hijos, la fe se queda en pañales y todo se reduce a celebraciones tradicionales que consisten en celebrar una fiesta sin más interrogantes ni interpelaciones. Eso hace que no seamos conscientes, como decíamos al principio de nuestro compromiso bautismal, por el cual hemos sido configurados como sacerdotes, profeta y rey.
Indudablemente, somos herederos de un Tesoro incalculable que ha llegado a nosotros por el compromiso y la respuestas de esos primeros cristianos. Eso nos compromete, no sólo a conservar ese Tesoro de la Palabra de Dios, sino también a transmitirla a las siguientes generaciones. A transmitirla desde la vivencia de nuestra fe encarnada en nuestras vidas y testimoniada con nuestras obras.
Debemos ser conscientes del agradecimiento a aquellos primeros cristianos que, como Juan, han dado sus vidas para que la Palabra de Dios revelada llegue hasta nosotros. Hoy también, tú y yo tenemos muchas dificultades y problemas para, no sólo transmitirla sino para vivirla. Luchamos contra nuestras propias dificultades y obstáculos interiores como las pasiones, el egoísmo, la soberbia, la comodidad, la pereza...etc. Todo aquello que nacen dentro de nosotros y nos impiden darnos gratuitamente y de forma desinteresada, pero, sobre todo, que levantan barreras infranqueables para resistirnos y no escuchar la Palabra de Dios.
En todo eso tiene mucho que ver nuestra libertad y voluntad para someterla no a la voluntad del mundo que nos tienta y nos seduce, sino a la Voluntad de la Palabra de Dios que nos libera y nos hace buscar el bien, la Verdad y la justicia.
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