Son hechos
evidentes que no dejan lugar a dudas: la losa corrida; el sudario bien doblado
y un lugar diferente a las vendas; no hay rastro del Cuerpo de Jesús. ¿Qué ha
sucedido? ¿Qué podemos pensar al respecto? Es evidente que eso no nos prueba la
resurrección del Señor pero nos ponen en el camino y nos lleva a esa deducción.
Porque, ¿quién
estaría interesado en hacer que Jesús pareciera resucitado? No parece que tenía
amigos con ese interés ni que saliesen beneficiado de aparentar tal
resurrección. ¿Sus discípulos? No se habían enterado de su anunciada
resurrección ni eran capaces de simular nada. Simples pescadores ignorantes. ¿Entonces,
qué pensar? ¿Cómo entender que esa gente, simplemente un grupo de once hombres,
ya se había retirado uno que los había traicionado, y un pequeño grupo de
mujeres revolucionaron el mundo?
Lo que más sentido
común tiene es que Jesús había Resucitado. No se puede entender que un grupo
pequeño, la mayoría ignorantes, pudieran cambiar el mundo como así ocurrió. ¿Podríamos
imaginarnos como estaría el mundo hoy si Jesús realmente hubiese muerto?
Porque, de otra manera no hubiese sido posible alcanzar los derechos, libertad
y dignidad del hombre universal, al margen de toda condición de raza, color o
etnia. ¿Alguien puede entender que sin la Resurrección de Jesús el hombre tendría
hoy los derechos que tiene a pesar de los atropellos de los mismos hombres?
¿No es el hombre
quien todavía hace esclavos, diferencia entre ricos y pobres, abole derechos y
libertades y somete a otros considerándolos inferiores a pesar de la
apariencias, falsas promesas y engaños? ¿Se puede negar esa realidad? Sí,
muchos lo hacen falseándola, mintiendo, comprando y seduciendo con privilegios,
riquezas y falsas promesas.
Concluimos, como aquel centurión: ¡Verdaderamente este hombre es el Hijo de Dios! ¡Jesús Vive y ha Resucitado!.
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