domingo, 9 de abril de 2023

HAY SEÑALES, SIGNOS Y HECHOS QUE NOS DICEN: ¡JESÚS, EL SEÑOR VIVE, HA RESUCITADO!

Son hechos evidentes que no dejan lugar a dudas: la losa corrida; el sudario bien doblado y un lugar diferente a las vendas; no hay rastro del Cuerpo de Jesús. ¿Qué ha sucedido? ¿Qué podemos pensar al respecto? Es evidente que eso no nos prueba la resurrección del Señor pero nos ponen en el camino y nos lleva a esa deducción.

Porque, ¿quién estaría interesado en hacer que Jesús pareciera resucitado? No parece que tenía amigos con ese interés ni que saliesen beneficiado de aparentar tal resurrección. ¿Sus discípulos? No se habían enterado de su anunciada resurrección ni eran capaces de simular nada. Simples pescadores ignorantes. ¿Entonces, qué pensar? ¿Cómo entender que esa gente, simplemente un grupo de once hombres, ya se había retirado uno que los había traicionado, y un pequeño grupo de mujeres revolucionaron el mundo?

Lo que más sentido común tiene es que Jesús había Resucitado. No se puede entender que un grupo pequeño, la mayoría ignorantes, pudieran cambiar el mundo como así ocurrió. ¿Podríamos imaginarnos como estaría el mundo hoy si Jesús realmente hubiese muerto? Porque, de otra manera no hubiese sido posible alcanzar los derechos, libertad y dignidad del hombre universal, al margen de toda condición de raza, color o etnia. ¿Alguien puede entender que sin la Resurrección de Jesús el hombre tendría hoy los derechos que tiene a pesar de los atropellos de los mismos hombres?

¿No es el hombre quien todavía hace esclavos, diferencia entre ricos y pobres, abole derechos y libertades y somete a otros considerándolos inferiores a pesar de la apariencias, falsas promesas y engaños? ¿Se puede negar esa realidad? Sí, muchos lo hacen falseándola, mintiendo, comprando y seduciendo con privilegios, riquezas y falsas promesas.

Concluimos, como aquel centurión: ¡Verdaderamente este hombre es el Hijo de Dios! ¡Jesús Vive y ha Resucitado!. 

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