Será muy
importante en tu vida descubrir la necesidad que Dios Padre tiene de cada uno
de nosotros. No una necesidad imprescindible, sino una necesidad nacida de un
compromiso de amor, misterio de nuestra fe en Él. Porque, nada necesita ni nada
merecemos nosotros. Todo es Gracia y gratuidad. Y eso jamás lo podremos
comprender.
Sin embargo, así
la realidad, no somos consciente de la gran suerte – por expresarlo de alguna
manera – que tenemos. Un Dios Creador que nos ama con una misericordia infinita,
sin la cual nada seríamos ni posibilidad alguna tendríamos de alcanzar esa
felicidad que buscamos afanosamente. Para Él no somo prescindibles, y por esa
razón está presente, queramos o no, en nuestra vida. Y, por la misma razón su
Misericordia es Infinita y nos la regala gratuitamente aunque le demos la
espalda y, por supuesto, no la merezcamos.
Es evidente que no,
al menos muchos y muchos, hemos descubierto esa Gracia de saber que tenemos un
Padre Infinitamente Bueno, Misericordioso y que nos ama hasta el punto de
haberse encarnado en naturaleza humana y entregar su vida por cada uno de
nosotros. Por eso, por esa razón que antes hemos dicho: No somos prescindibles
para nuestro Padre Dios. Quiere compartir su Gloria con nosotros, y nos espera,
y nos soporta, y se llena de paciencia con nuestra respuesta, y, sobre todo,
confía en nosotros.
Pero, todo tiene
un límite, y nuestro Padre Dios, al crearnos libre, espera nuestra respuesta.
Nos regala una vida, un tiempo en el que tendremos que decidir y preparar
nuestras lámparas que alumbre nuestro camino. Y esas lámparas necesitan aceite –
Sacramentos – para que puedan estar prendidas y dar luz. De tomar el ejemplo y
camino de esas cinco doncellas necias, nos cogerá el final de nuestro camino
desprevenidos, sin vigilancia y no preparados.
Por supuesto, el camino a seguir será el de las
prudentes. Tener nuestras alcuzas – vidas – llenas de esa Vida de Gracia que
nos santifica y nos acoge a la Infinita Misericordia de nuestro Padre Dios.
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