lunes, 15 de noviembre de 2010

NO SON COSAS DEL PASADO, PASAN AHORA.



No son cosas que ocurrieron en una época pasada, o historias que no sabemos si han ocurrido, son cosas que están pasando en estos momentos, y que seguirán pasando hasta que el mundo acabe, porque el hombre de buen gusto responde a la llamada de DIOS.

Y responde porque la pregunta que guarda en lo más profundo de su corazón es alcanzar la felicidad eternamente, pues para eso ha sido creado y a eso está llamado. Es, por lo tanto, lo lógico que responda afirmativamente y si no lo hace hay que pensar que está esclavizado y sometido por otros dioses cuyos reinados sólo están en el mundo y perecerán como él.

Porque el mundo es caduco y finito. Sí nosotros aspiramos a un mundo eterno y feliz perpetuamente, tenemos que concluir que este mundo no es nuestro destino y que de no descubrirlo significa estar ciego y desviado, por lo tanto, como expresamos coloquialmente, no tener buen gusto o tenerlo enfermo.

Les dejo con una reflexión que nos puede ayudar a este respecto:

 
Sábado, 6 de Noviembre de 2010
Santa María, Reina de los mártires
"También fueron detenidos siete hermanos con su madre, y el rey quiso obligarlos, haciéndoles azotar con correas de cuero, a comer carne de cerdo prohibida por la Ley. Uno de ellos tomó la palabra en nombre de todos y dijo: «¿Qué exiges y qué quieres saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que desobedecer a la Ley de nuestros padres». Furioso, el rey ordenó poner en el fuego ollas y sartenes. En cuanto estuvieron calientes, ordenó que le cortaran la lengua al que había hablado en nombre de todos, que le arrancaran el cuero cabelludo y le cortaran las extremidades ante los ojos de sus hermanos y de su madre… Mientras el humo de la sartén se expandía a lo lejos, sus hermanos y su madre se daban ánimo unos a otros para morir valientemente, diciendo: «El Señor Dios que nos mira tendrá seguramente piedad de nosotros, según la palabra de Moisés en el Cántico que pronunció frente a todos. Allí se dice: Tendrá piedad de sus servidores» … Después de él trajeron al sexto. Cuando estaba a punto de morir, dijo: «No te hagas ninguna ilusión, porque si hemos atraído sobre nosotros estas desgracias y si nos tocan ahora pruebas poco comunes es porque pecamos contra nuestro Dios. Pero tú, que te atreves a hacerle la guerra a Dios, no creas que quedarás sin castigo». ¡Esa madre que vio morir a sus siete hijos en el transcurso de un solo día fue realmente admirable y merece ser famosa! Lo soportó todo sin flaquear, basada en la esperanza que ponía en el Señor… Al último murió la madre, después de sus hijos."
(2 Macabeos 7,1-41)

El ser humano es un ser religioso por naturaleza, crea o no crea en Dios. Pues si dice ser ateo, otras cosas o personas o el mismo, se colocarán en el lugar de Dios: Dinero, poder, sexo, juego … Pero lo admita o no siempre tiene un dios. Y cuando este dios no es el Dios verdadero es capas de cualquier cosa por “adorarlo”, aún hacer sufrir a los demás por conseguirlo.

Este domingo XXXII del Tiempo Ordinario, la Iglesia nos propone meditar sobre el misterio del martirio, de la muerte y la resurrección. Y para ello la Liturgia de la Palabra comienza con esta situación narrada en el segundo libro de los Macabeos. Lectura que, si vivimos “desprevenidos” nos puede resultar extraña … Una madre que anima a sus hijos a dar la vida por Dios. El mundo, en medio de tanto ruido mediático, nos ha hecho creer que el martirio es cosa de siglos pasados, es cosa de las brumas de la historia.

Pero si no vivimos desprevenidos (o distraídos, o engañados…) habremos leído que en esta semana un ataque terrorista mató a 58 católicos en un ataque terrorista en al Catedral de Bagdad en Irak, de los cuales tres eran Sacerdotes. Y unos días después la misma organización criminal amenazó al Vaticano y a las Iglesias Coptas de Egipto con matar cristianos “allí donde estén”. Hubo una discreta difusión de la primera noticia y casi nula de la segunda … A occidente no le importa ni el mensaje ni la seguridad de los cristianos. Y si estos son católicos menos aún.

Debemos tomar conciencia de que los tiempos del martirio continúan. A tal punto ha sido esto verdad, que el Siglo XX tuvo más mártires cristianos, es decir que murieron a causa de su fe, que todos los siglos anteriores. Y el Siglo XXI sigue la misma curva ascendente.

¿Porqué da la impresión de que a los católicos de occidente nos resulta lejana esta realidad? Porque nos hemos dejado diluir, no todos obviamente pero si demasiados, por una cultura y una sociedad que le escapa al sacrificio, al sufrimiento, al dolor, a la cruz, a la muerte …

La sociedad paganizada modernista nos embrutece continuamente tratando, y consiguiendo, de convencernos de que lo más importante es divertirse, pasarla bien, disfrutar, satisfacerse … Un mundo que le encanta asustarse con cuentos de terror hollywoodenses y cómodamente sentados en butacas de cine pero que en realidad vive aterrorizado por la realidad ineludible de la muerte. Donde halloween y su supuesto “reírse de la muerte” no es más que una manera de distraernos de la Santidad y la Oración por los difuntos que nos enseña la Iglesia. El mundo ni quiere orar ni quiere ser santo ni quiere saber nada de la muerte, sólo le importa el aquí y el ahora. (Leer 2 Timoteo 3)

Y por otro lado, organizaciones criminales que “dicen” ser creyentes, matan salvajemente a aquellos que se interponen en su camino por conseguir el poder y el dinero, o pensando que glorifican a Dios (cfr. Juan 16,2-3),  por medios aberrantes como un atentado en plena Misa.

¿Cómo no va a sonarnos extraña esta lectura propuesta? Esa madre admirable y famosa debe ser un ejemplo para nosotros. Pues quizá en nuestra realidad no tengamos la Gracia (sí, la “Gracia” he dicho) de defender nuestra fe con nuestra propia sangre, pero día a día el cristiano que desee realmente ser Santo (de lo contrario no serás nada…) vive lo que Juan Pablo II y otros llaman “el martirio de lo cotidiano”. Porque si de algo podemos estar seguros es que estos últimos tiempos son los de las decisiones importantes y radicales: Si, No. Fríos, Calientes. Lo tibio, lo del medio, lo que ni es fu ni fa, en definitiva lo mediocre, no es pasta de santo ni de demonio (Apocalipsis 3,16). Basta ya del mediocre mundanismo-cristianizado o cristianismo-mundanizado de bautizados que no son ni chicha ni limonada.

Ser católico en el Siglo XXI implica una cotidiana dosis de martirio, de sufrimiento, de renunciar y morir, como dice San Pablo, al hombre viejo (cfr. Col 3,9-10). Morir a ciertos programas, a ciertas amistades, a ciertas lecturas, a ciertos pasatiempos, a ciertas músicas, a ciertos pensamientos, a ciertas miradas, a ciertos deseos, a ciertos objetivos y a ciertos medios por alcanzarlos.

Y como madres y padres debemos, como aquella madre del Antiguo testamento, ayudar a nuestros hijos a fortalecerse en ese mismo “martirio de lo cotidiano”. Debemos ayudarlos cada hora y cada día a no dejarse envolver por las vanidades, las esclavitudes y la mediocridad imperante en la sociedad actual. Somos discípulos de un Maestro perseguido, calumniado y martirizado hasta morir. ¿Qué esperamos para nuestras vidas si queremos seguir sus huellas manchadas de sangre? El nos lo advirtió: “Quien quiere seguirme tome su cruz de cada día” (Lucas 9,23), asuma el martirio de ser cristiano en lo cotidiano.

Que nuestra Madre Santísima, fiel a su Hijo aún al pie de la Dolorosa y cruenta Cruz donde fue clavado por amor a todos nosotros, Pura, Santa e Inmaculada Virgen María, Reina de los mártires, proteja a los cristianos del mundo entero y a todos nos ayude a crecer en santidad y a nunca jamás renegar de nuestra fe, cualquiera sea la circunstancia que el Padre Eterno permita en nuestra vidas.

Que Dios los bendiga y Santa María les sonría.
- Claudio* -

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