Mt 10,17-22 |
Jesús es el Mesías enviado por el Padre para dar testimonio de su Palabra y para anunciarnos, con su Vida y sus Obras, el Amor del Padre. En un momento determinado llega a decir que si no le creemos por su Palabra - Jn 10, 31-42 - creámosle por sus Obras. Sin embargo, el pueblo no le ha creído y le ha rechazado hasta el punto de condenarle a muerte.
Pero, antes de llegar a la Cruz, Jesús tuvo que sufrir afrentas, bofetadas, rechazos e indiferencias. Incluso, hasta de sus propios discípulos. Su vida ha sido marcada para el servicio. Él mismo lo ha dejado muy claro al decir - Mt 20, 17-28 - "no he venido a ser servido sino a servir". Y su Vida lo ha reflejado de forma muy clara y refrendada por las obras.
Por lo tanto, ¿qué esperas tú a la hora de decirte seguir a Jesús? No pretendas ni entiendas que seguir y creer a Jesús significa que tu vida va a cambiar para bien, sino todo lo contrario. Será como tú te esfuerces que seas, pero el sacrificio de servir te hará sufrir en muchos momentos. Porque, te exigirá comprensión, entrega, disponibilidad, generosidad, escucha, paciencia y sobre todo, amor. Porque, amar es todo eso hasta dar tu propia vida. Y eso duele, escuece, es duro y produce dolor. Sólo la fe en el Señor te dará fuerzas, ese es el cambio y el milagro, para poder resistir ese camino. Tal y como lo hizo Jesús, el Señor.
Por eso, la Iglesia celebra hoy, y nos lo recuerda, el martirio de San Esteban, a quien veneramos como protomártir del cristianismo. Es un testimonio que nos viene ver para recordar el camino a seguir. Pero, sin miedos ni temores. Ya nos lo recordó San Juan Pablo II: "No tengan miedo". Es verdad que nuestra naturaleza humana es débil y siente temor y horror al sufrimiento, pero el Espíritu Santo nos fortalecerá y nos dará el valor necesario para superar con paciencia estos momentos de martirio y sostenernos firmes en la fe.
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