domingo, 5 de junio de 2022

ABIERTOS A LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

 
Quien cree sabe y siente la presencia del Espíritu Santo. Pentecostés significa que Jesús nos envía, en nombre del Padre, al Espíritu Santo para que, como a Él, también a nosotros nos guíe, nos asista, nos auxilie y nos dirija por el camino que lleva al encuentro con el Padre.

Porque, creer en Jesús es creer en el Padre y a quien el Padre envía, su Espíritu, para que lleve al Hijo a cumplir la misión del Padre, anunciar su Amor Misericordioso. Y quienes creemos en el Hijo, ponemos también nuestra confianza y nuestra fe en quien lo ha enviado, el Padre. Y abrirnos a la acción del Espíritu Santo es ponernos en una actitud de disponibilidad para, recibir al Espíritu y actuar, asistido y fortalecido en y por Él, como actuó Jesús

Porque, somos también nosotros enviados y es el Espíritu quien nos guía y nos fortalece para que podamos cumplir esa misión que tenemos de dar testimonio y anuncio del amor misericordioso de nuestro Padre Dios. Y hacerlo desde la paz y la serenidad de sabernos auxiliados en el Espíritu Santo.

—Hay muchos momentos en mi vida —dijo Manuel— que me siento falto de fuerza, desanimando e impotente para poder sostenerme firme y fiel a la Palabra de Dios. Me derrumbo ante tanta dificultad, tentación e indiferencia del mundo que me rodea.

—Supongo que ese es el camino que nos espera y que hay que recorrer. Y creo, el Evangelio de hoy lo deja claro, que la asistencia del Espíritu Santo es vital. Jesús nos lo dice muy claro: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». —Respondió Pedro.

—Sin la asistencia del Espíritu no podremos vencer ni superar los obstáculos. Por eso lo recibimos en la hora de nuestro bautizo – comentó Manuel. Por eso, lo verdaderamente importante es ser consciente de su presencia y abrirnos a su acción para dejarnos dirigir según sus impulsos. Y eso, previamente, nos exigirá creer en Él. Porque, sin fe no podrá actuar el Espíritu.

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