(Lc 2,22-40) |
Debe tener mucha importancia la familia cuando Dios envía a su Hijo a una familia. Dios prepara una familia para su hijo, y junto a una Madre, elige a un Padre. José y María constituyen la referencia de las familias. Una Virgen, concebida por obra del Espíritu Santo, y aceptada por José movido por el Espíritu, para que formen la familia de Nazaret.
La familia de Jesús cumple con todas las normas instituidas en su tiempo, como una familia cualquiera, y acatan el peso de la ley. La familia que es el eslabón que forman los pueblos, y que hacen que los pueblos vivan en justicia, verdad y paz. La familia que es el mejor proyecto de amor que unen a los pueblos. La familia, el mejor antídoto para erradicar el mal, las guerras, el odio y la venganza de la faz de la tierra.
¿Cómo es posible que se esté tan ciego para no proteger a la familia? ¿Cómo es posible que los gobiernos no adviertan la importancia de la familia? ¡Cómo es posible que los políticos no descubran que la familia es el mejor proyecto político para gobernar una nación? ¿Es que no advierten que si funciona la familia, funciona todo? ¿Es qué no descubren que quien sostiene ahora al debilitado pueblo español es la familia?
Seguramente lo entienden y lo ven, pero sometidos y esclavizados por el Maligno son presa de sus propios egoísmos, ambiciones, intereses y pecados. Y labran su propia perdición engañados por las apariencias de un mundo ficticio, falso y caduco.
Busquemos luz en la Familia de Nazaret para que, liberados de nuestros pecados, seamos capaces de ver la verdadera Luz. Amén.
Jesús, al encarnarse en el hogar de María y José, manifiesta y consagra la familia como santuario de la vida y célula fundamental de la sociedad. Gracias.
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