(Mt 13,36-43) |
Necesitamos pararnos, y cada día se nos hace más difícil esa posibilidad. Porque, solamente parados y tranquilos podemos plantearnos nuestro camino, nuestra carrera y nuestra meta. Realmente, ¿a dónde vamos? ¿Nos lo hemos preguntado? ¿Escrudiñamos nuestro futuro? ¿Qué nos ocurre?
¿Es qué no somos capaces de pensar y reflexionar sobre nuestra vida y nuestro futuro? ¿Tan ciegos estamos? El Evangelio de hoy nos deja todo muy claro. Sólo tenemos que pararnos unos momentos y leerlos con verdadera atención, pues el retrato, si no lo sabes, de tu vida está revelado y muy bien fotografiado.
«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles». Esta es tu radiografía. Describe con verdadera exactitud el camino que tu vida recorre y el final que le espera. Está en tu mano aprovecharla y estar entre la buena semilla, porque de quedarte entre la mala será muy malo, valga la redundancia.
«De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga». Más claro no se puede hablar, ni mejor se puede decir. Por eso, para evitar estropearlo o complicarlo con mis torpes palabras, he optado por transcribirlo del Evangelio.
Sólo decir que se hace muy necesario pensar un poco y darle importancia a lo verdaderamente importante. Ello exige serenidad, reflexión y un espacio de tiempo, que nunca es pérdida, sino ganancia. Porque lo importante es ganar la Vida Eterna.
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