¿Qué hacemos con nuestra
vida? ¿La cuidamos y la preparamos para responder a lo que Dios espera y quiere
de nosotros? ¿Sabemos cuál es la Voluntad de Dios? Posiblemente, ponemos
nosotros nuestro trabajo y nuestro esfuerzo, pero, eso simplemente no basta.
Dios quiere fundamentalmente que creamos en Él. Si nos fijamos, eso es lo que
han hecho todos los santos. Precisamente, su padre, san José. Dado ese paso,
todo lo demás viene por añadidura. Un corazón entregado y abierto a la acción
del Espíritu Santo, que para eso lo hemos recibido en el día de nuestro
bautismo, hará, por la Gracia del Espíritu, lo que Dios le tenga asignado.
A veces esperamos cosas extraordinarias o grandes ante la vista de los demás. Y, posiblemente, nos equivocamos. Miremos a María, su madre, y, recientemente, hemos celebrado su día, su padre José. Más humildes y sencillos no pudieron ser. Solo su fe y obediencia fueron relevantes, y la Gracia de Dios hizo todo lo demás. Eso nos ayuda a mirarnos a nosotros mismos y ser humildes. Nada de lo que podamos hacer tiene mérito, pues nos ha sido dado por la Gracia de Dios. De ahí que, respondiendo a su Gracia, debemos compartirlo con los demás, sobre todo con los más pobres. Necesitamos, pues, abrirnos a la Gracia de Dios para que, abonando nuestro corazón con esa Agua de la Gracia, valga la redundancia, demos esos frutos de amor.
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