jueves, 18 de febrero de 2021

LA VERDAD POR DELANTE

Lc 9,22-25

Jesús no nos engaña. Desde el primer momento nos habla claro. Seguirle supone problemas y sufrimientos. Él no se esconde, va primero y nos muestra el final de su camino. Nos lo dice claramente: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.

¿Puede alguien justificarse con que no ha entendido lo que Jesús ha dicho? Está muy claro para todos sin ninguna excepción. No hace falta ni saber leer, simplemente con oír y tener uso de razón basta. Es verdad que en principio asusta y da miedo seguirle. Es verdad que nos cuesta y que nuestra naturaleza acomodada y herida por el pecado nos hace difícil seguirle. 

Pero, las últimas palabras lo cambia todo y nos llena de esperanza: Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?». 

Y es verdad, esa felicidad que todos buscamos en este mundo no nos servirá para nada por una sencilla razón, porque lo que tiene fecha de caducidad no nos hace feliz. Todo principio tiene su final, y eso termina siempre en el vacío y la muerte. Lo que nos importa y todos queremos es la Vida Eterna en gozo y felicidad. Y esa es la promesa que Jesús nos promete y se esconde detrás de la cruz.

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