Es verdad, el gozo
del Niño Dios nacido parece enturbiarse pronto con la profecía del anciano
Simeón. ¿Cómo nos va a sentar bien que alguien nos diga que una espada de dolor
va a atravesar nuestro corazón? Supongo que eso nos dejaría tocados por un buen
tiempo. Pienso e imagino como le caería eso a María, tanto por su hijo como por
ella misma.
El creyente y
seguidor de Jesús tiene que saber que tras el dolor del camino y las luchas de
cada día contra el ma,l está el gozo y la infinita alegría de la Resurrección
eterna que celebramos cada domingo. Jesús, tras su Pasión y muerte, Resucitó
para gloria del Padre. Y nos lo ha prometido también a todos aquellos que crean
en Él. Una Resurrección para vivir eternamente en el gozo y la plena felicidad
en la Gloria del Padre.
Ahora, ¿vale la
pena recorrer ese camino? ¿Qué dirías tú? Supongo que no hay duda, ¡evidentemente,
claro que vale la pena! Todos aspiramos y luchamos a brazo partido para eso, ser
felices eternamente. Y Jesús, con su venida, pasión, muerte y Resurrección nos
rescata de la esclavitud del pecado, nos libera y nos salva para el gozo
eterno. ¿No es eso lo que realmente buscamos todos?
Quizás nuestros caminos son los equivocados y nuestra propia experiencia nos lo demuestra. No está nuestra salvación en este mundo, sino en el que Jesús, el Señor, nos propone. Ha venido para eso, y en Él nos regocijamos y fortalecemos para hacer también nuestro recorrido de salvación. Así lo percibió el anciano Simeón y, cumplida su misión, pidió ya descansar en paz porque había visto al Salvador. Y, alumbrado por el Espíritu Santo, profetizó el camino que Jesús, ese Niño encarnado en naturaleza humana, había de recorrer para salvación de muchos.
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