El ESPÍRITU SANTO vendrá sobre ti, María; no temas, concebirás en tu vientre al HIJO de DIOS. Aleluya.
Con estás palabras, DIOS nuestro PADRE eligió a María para ser Madre de su HIJO. Me pregunto, ¿qué pasa con nosotros, porque, DIOS nuestro PADRE, también nos ha elegido y nos ha destinado para cumplir una misión? María, desde ahí, es ejemplo y luz para señalarnos el camino a seguir, con humildad, en silencio, sometida en libertad y amor a la voluntad del SEÑOR; llena de dudas, desconcertadas con las respuesta de su hijo y la huida a Egipto; confusa, angustiada y humillada como mujer repudiada y madre soltera; sacrificada su juventud y predestinada a una vida esclavizada a una Voluntad.
María, ante tantas desventuras, riesgos, confusiones, humillaciones, esclavitudes fue sumisa y confiada. Creyó y se abandonó entregada en MANOS del SEÑOR; se dejó esclavizar en su Gracia, alcanzando la más plena libertad, porque en ÉL seremos libres, pues la Verdad nos hace libre. María nos marca el Camino y ahí está su grandeza.
María, me atrevo a decir: guía y luz para llegar a JESÚS, y por JESÚS al PADRE. María es, por tanto, eslabón imprescindible en el Camino hacia la Casa del PADRE.
Hoy nos revelamos contra la Voluntad del SEÑOR cuando no aceptamos a nuestros hijos; cuando los rechazamos; más aun, cuando los matamos abortándolos y rechazándolos. Hoy nos enfrentamos a María excluyéndola de nuestro seguimiento según sus actitudes y rechazando la Voluntad del SEÑOR nuestro Creador.
María es la Virtud a seguir en nuestra línea de conducta ante los designios de DIOS y lo que DIOS ha determinado para con nosotros. Siguiendo a María evitaríamos muchas muertes e injusticias que en el seno familiar se están gestando: separaciones, abandonos, abortos, eutanasia, irresponsabilidades con los hijos, malos tratos, egoísmos...etc., con María y mirando a María muchas cosas serían de otra forma más justa y buenas.
Empieza el Adviento y María abre nuestra esperanza y nuestro Camino a seguir. Imploremos a María para que interceda al SEÑOR JESÚS, su HIJO, y a través y cogidos a ÉL lleguemos a dejar nacer en nuestros corazones al niño DIOS. ¡Feliz Navidad!
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