domingo, 20 de noviembre de 2016

FIESTA DE CRISTO REY

Siempre he envidiado, sanamente, al buen ladrón. No sé si, imaginado que yo estuviese en su lugar, hubiese dicho lo mismo, pero esas palabras de Jesús son las que yo quisiera oír dirigidas a mí: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».

Y esa debe ser nuestra meta y nuestro principal objetivo, porque todo lo demás pierde todo su valor ante la caducidad a la que está sometida. La Cruz, fin de Jesús en este mundo nos descubre la realidad de nuestra trascendencia y nuestro destino. El Reino de Dios no es de este mundo y ese es el Reino al que nosotros aspiramos, a permanecer y vivir eternamente en gozo y plenitud junto a Él. Porque Él nos lo ha dicho y porque Él ha ido a prepararnos una mansión, Jn 14, 2, para, a su regreso, llevarnos con Él.

Hoy es un día grande porque proclamamos a Cristo Rey, y porque realmente su muerte en la Cruz lo descubre como Rey del Universo. La Cruz es la exaltación de Cristo. Lo dijo el mismo: "Cuando sea levantado, atraeré a todos hacia Mí, Jn 12, 32. La Cruz es Gloria y exaltación de Cristo.

Es verdad, tampoco somos ajenos a eso porque Él nos lo ha repetido en numerosas ocasiones, que padeceremos persecuciones, burlas, sufrimientos y toda clase de peligros como le sucedió a El, pero todo eso valdrá la pena en la esperanza de escuchar esas palabras que Jesús dijo al buen ladrón. Y con esa esperanza e injertados en el Espíritu Santo caminamos por los trayectos y circunstancias que nuestra vida nos presenta, esforzándonos en vivir misericordiosamente como el Padre.

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