Lucas 23, 35-43 |
Cristo, el Señor,
es el centro de nuestra vida. Tú, porque Él te ha creado libre para elegir tu
propio camino, puedes asirle a un lado o ponerlo en el centro de tu vida. Hagas
lo que hagas, esa felicidad que buscas, y te empeñas en buscarla tú solo, no la
encontrarás en este mundo. Y no la encontrarás porque este mundo es el camino
para llegar a ella. Y solo con y a través de Jesús, el Hijo de Dios, podrás
alcanzarla.
Por tanto, no está
en este mundo y sí está en ese otro mundo del que nos habla Jesús, nuestro
Señor. De modo que, si quieres ser feliz tienes que asirte a Jesús y ponerle en
el centro de tu vida. Porque, Él es el Camino, la Verdad y la Vida. No hay otro
camino por mucho que te empeñes y quieras. Por eso te señalaba al principio esa
inclinación que todos tenemos de caminar por nuestra cuenta. Sin Cristo Jesús,
centro y fundamento de nuestra vida, no seremos nunca felices.
Es cuestión de
darte cuenta y planteártelo. Es verdad que los años y la experiencia que vamos
adquiriendo nos pueden ayudar a darnos cuenta. Pero, también es verdad que nos
jugamos mucho, porque no sabemos el día ni la hora. Conviene darse cuenta lo
antes posible y poner mucha atención a lo que nos sucede cada día. Porque,
nuestro Padre Dios nos habla todos los días y nos llama a la conversión, a
tomar el camino del amor, a cargar con nuestra cruz y asirnos de su mano.
Aquel ladrón se dio
cuenta en los últimos instante de su vida. Y dio el paso. Ahora está en la
Gloria junto al Señor, porque esas fueron las Palabras que Jesús le dijo y prometió
desde la Cruz: «En verdad te digo: hoy mismo
estarás conmigo en el paraíso»
¡Qué bueno sería oír de labios de Jesús esas mismas palabras en el último instante de nuestra vida!
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