Lucas 20, 27-40 |
Lo que no nos
parece ya tan agradable es ver a los que no sean tan agraciados sufrir y
pasarlo muy mal. Padecer hambre y sed, falta de médicos, medicinas y todo lo
necesario e imprescindible para vivir dignamente son cosas que nos enferma el
corazón. No nos parece justo y surge la pregunta: ¿Por qué para unos sí y otros
no? ¿Es justo que eso sea así? Irremediablemente deducimos que tendrá que haber
una respuesta u otro lugar donde las cosas sean más justas o tengan
compensación.
Es inevitable,
pensamos que posiblemente habrá otro mundo donde la verdad, la justicia y la
equidad estén presente. Y en donde todos tengan el derecho a ser felices. Sí,
es de sentido común que haya otra vida. Y si la hay, se entiende que hemos
resucitado. Evidentemente, la Resurrección es de sentido común y tiene su
lógica.
Pero, al margen de
todo esto, lo verdaderamente importante es que Jesús, el Hijo de Dios, nos lo
dijo y, el mismo Resucitó. ¿Pruebas? ¡Montones! Testigos, apariciones, milagros…etc.
No se acabaría de hablar ni de probar su existencia. Empezando por que nadie ha
visto su Cuerpo corrupto ni nadie puede demostrar que no Resucitó. ¿No es eso
un milagro? ¡Jesús Vive! Él es nuestra esperanza y en Él ponemos nuestra fe. Vivimos
esperanzados en que esta vida es un paso para la otra, la verdadera. De modo
que de la manera que vivamos ésta, más cerca estaremos de alcanzar la otra. Y
la manera ya la sabemos, poner nuestros ojos, nuestro corazón y nuestra alma en
vivir al estilo de Jesús. Un estilo de vida en el que el amor misericordioso
debe ser el centro de todas nuestras actuaciones. Y amar al estilo de Jesús ya
sabemos lo que significa y lo que es.
Por tanto, si percibes que alguien te necesita, no le niegues esa ayuda. Corre a su lado, preocúpate por sus necesidades y problemas y, si puedes, ayúdale. Amar no te exige solucionar el problema, pero sí hacer lo que realmente puedes. En eso consiste amar a Dios. Cada vaso de agua que des a quien tenga sed, se convierte en un fuerte abrazo a Jesús, nuestro Señor.
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