miércoles, 29 de noviembre de 2023

A PESAR DE LAS TORMENTAS Y DIFICULTADES DE LA VIDA.

Seguir a Jesús no es nada fácil ni tampoco difícil, simplemente imposible. Nuestra razón y nuestras fuerzas son incapaces de entender y soportar todo lo que nos puede pasar por seguir a Jesús. Estamos perdidos y no podremos vencer por nuestras propias y simples fuerzas. Necesitamos, para eso lo recibimos el día de nuestro bautismo, al Espíritu Santo. ¡En y con Él todo será totalmente diferente! Ahora sí, fortalecidos en el Espíritu Santo y confiados por la fe a Él, nuestra batalla está ganada. ¡Ahora sí seremos invencibles!

Eso nos llena de esperanza y fortaleza. No hay que temer a aquellos que pueden matar el cuerpo, pero nada pueden hacer contra el alma. Eso sí, debemos temer a nosotros mismos que podemos, por el pecado y nuestra naturaleza herida, renunciar al Amor Misericordioso de Dios y abrazar las vanidades y placeres de este mundo. Entonces sí, podemos matar nuestra alma que nos une a nuestro Padre Dios. Es ahí donde está el peligro.

Esa es precisamente la lucha de cada día. Y para eso necesitamos el Espíritu Santo, porque permaneciendo en Él y abriéndonos a su acción venceremos en todas las luchas y enfrentamientos contra las tentaciones que nos amenazan y nos invitan a pecar. Es decir, a apartarnos de nuestro Padre Dios.

Sí, es evidente y de sentido común que el camino es muy difícil e imposible si nos atrevemos a recorrerlo nosotros solos y con nuestras propias fuerzas. Y lo será también si vamos de la mano del Espíritu Santo. Claro, necesitamos poner todo de nuestra parte y confiar – creer – en la fortaleza del Espíritu Santo. Jesús, nuestro Señor y modelo de Camino, Verdad y Vida nos precede y nos enseña, asistido en el Espíritu Santo y unido a su Padre Dios, el camino para vencer. No es que podamos, digo, sino que ganamos seguros. Estamos, pues, salvados si aportamos todo nuestro esfuerzo y creemos en nuestra salvación. Jesús nos lo anunció y nos lo dice cada día en la Eucaristía. Él ha vencido a la muerte, ¡ha resucitado!, por tanto, nosotros, injertados en Él, también venceremos. ¡Adelante!

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