Al empezar a leer
este pasaje evangélico y encontrarme con la parábola del rey que celebraba la
boda de su hijo, no pude evitar el pensar que la vivimos realmente en este
momento, y, diría, que siempre. Muchos, buscando la felicidad, nos perdemos en
el camino sin saber dónde ni cómo podemos encontrarla.
Desoyendo la
invitación de Dios – el Rey de la parábola – y pensando que nuestros objetivos
e intereses son más importante que asistir ahora a un banquete de boda,
buscamos en nuestro trabajo, en nuestros intereses, en nuestras ideas y
objetivos, satisfaciendo nuestras pasiones y egoísmos, esa felicidad que
anhelamos. Y damos la espalda a ese Rey – Dios nuestro Padre – que nos invita
al Banquete de Vida Eterna.
Y eso, hermanos en
la fe, y también los que así no se consideran, está sucediendo en este momento
de tu vida y la mía. Dios, nuestro Padre, nos invita con una Paciencia sin
límites, y un Amor Misericordioso Infinito, a que acudamos a Él, a que nos revistamos de ese traje de la Gracia, que Él
nos regala gratuitamente, y participemos del Banquete que nos trae su Hijo,
nuestro Señor, dándonos a comer su Cuerpo, y a beber su Sangre, para que, en
Él, alcancemos la plenitud de gozo y felicidad de Vida Eterna.
Mientras, ¿qué respondemos
nosotros? Posiblemente muchos ni hacemos caso; otros miramos para otra parte y
elegimos las cosas de este mundo, y otros, quizás los menos, tratamos de
prepararnos, revestirnos de ese traje de fiesta – la vida de la Gracia – y acudir
a invitación a ese Banquete de Vida Eterna.
Nunca debemos
perder de vista que, sólo revestido de ese traje de fiesta podemos asistir a
ese Banquete. Y eso empieza por nuestro bautismo, y termina, en la frecuencia
de nuestra vida, en el frecuente alimento del Pan de Vida – Eucaristía – y en
la Misericordia Infinita de nuestro Padre Dios, que nos perdona en el
Sacramento de la reconciliación. En ellos cargamos nuestras pilas de la Gracia
para renovarnos y llevar siempre ese traje de fiesta que nos hace hijos de Dios
y herederos de su Gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.