Mt 12,1-8 |
Cuando se hacen las cosas, nadie duda que se hacen pensando en las personas humanas, pero, también sabemos que con el tiempo, y por naturaleza humana, los intereses materiales se van anteponiendo al derecho natural del valor de la persona humana. Y eso se ha repetido a lo largo de la historia humana. Ocurrió ayer, y ocurre hoy. Se olvidan los deberes y solo quedan los derechos.
Pero, de esos derechos, prevalecen los de los ricos y poderosos sobre los de los pobres. Y eso porque la demagogia, el poder y el soborno le dan la vuelta y someten a los pequeños, a los esclavos y, por supuesto, a los pobres. No hay otra historia. Esa es la esencia y la verdad de lo que ocurrió ayer y también está ocurriendo ahora. En este mismo momento y en muchas partes del mundo, por no decir en casi todas partes.
Todo precepto está, no es que debe estar, sino que está supeditado al amor misericordioso, y, el hombre, lo entiende, lo sabe y lo experimenta así. Otra cosa es que, siendo libre no lo acepte y se incline al gusto de sus propias pasiones materiales. Entonces se rebela contra Dios, porque, no olvidemos que Dios es Amor, y, herido e inclinado al pecado, el hombre, quebranta la ley natural y los derechos que nos descubre y que nos hace a todos hermanos uniéndonos en el amor.
Hoy sigue imperando la ley del sábado, se somete al hombre y la mujer a los intereses de los lobby de turno que buscan poder bajo la apariencia de la verdad democrática, pero que en realidad no es sino un revestimiento falso del poder sobre el otro que piensa de otra manera y que quiere ejercer sus derechos apoyados en las verdades naturales que guardan y defienden al hombre como valor primero y supremo creado por Dios a su imagen y semejanza.
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